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CAPITULO 05

Los años perdidos en la niñez de Jesús.
CAPITULO 05

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Curioso por saber el desarrollo de esta aventura... al propio tiempo que por la suerte del gentil y amable Yeshúa, me sentí obligado a permanecer junto a él después de todo ya eran muchísimas las cosas que habíamos pasado juntos, y por lo tanto tuve buen cuidado de no molestarlo con mis atenciones, no fuera a despertar su resistencia y a desencadenar un ataque a destiempo, en un momento en el que para el buen éxito de mis propósitos necesitaba estar en el propio campo de operaciones del joven.
No trataré de describirles el mal rato que pasó este niño, que a pesar de haber sido concebido fuera del pecado lo llevaba tan impregnado a él como la vida misma, (lo cual revela la pequeña mentirilla de su madre, pero esa es otra historia...) en el intervalo transcurrido desde el momento en que se produjo el enojoso descubrimiento del Sacerdote y la hora señalada por éste para visitarle, con el fin de decidir sobre el destino del infortunado Jesús.
Con paso incierto y la mirada fija en el suelo, el asustado muchacho se presentó a la puerta de la Sinagoga y llamó. La puerta se abrió y apareció el Sacerdote en el umbral. A un signo del Sacerdote Yeshúa entró, permaneciendo de pie frente a la Imponente figura del Santo Varón.
Siguió un embarazoso silencio que se prolongó por algunos segundos. Jonatán lo rompió al fin para decir:
Has hecho bien en acudir tan puntualmente, hijo mío. La estricta obediencia del penitente es el primer signo espiritual que conduce al perdón divino. Mientas le hablaba lo conducía a un pequeño recinto.
Al oír aquellas bondadosas palabras Yeshúa cobró aliento y pareció descargarse de un peso que oprimía su corazón.
Jonatán siguió hablando, al tiempo que se sentaba sobre un largo cojín que cubría una gran arca de roble.
He pensado mucho en ti, y también rogado por tu cuenta hijo mío. Durante algún tiempo no encontré manera alguna de dejar a mi conciencia libre de culpa, salvo la de acudir a tus padres para revelar el espantoso secreto que involuntariamente llegué a poseer.
Hizo una pausa, y Yeshúa, que sabía muy bien el severo carácter de José el carpintero, como el de Maria, se echó a temblar al oír tales palabras. Tomándolo de la mano y atrayéndolo de manera que tuvo que arrodillarse ante el, mientras su mano derecha presionaba su hombro, continuó el Sacerdote…
Pero me dolía pensar en los espantosos resultados que hubieran seguido a tal revelación, y pedí a Yahvé que me asistiera en tal tribulación. El me señaló un camino que, al propio tiempo que sirve a las finalidades de la sagrada iglesia, evita las consecuencias que acarrearía el que el hecho llegase a conocimiento de tus padres. Sin embargo, la primera condición necesaria para que podamos, seguir este camino es la obediencia absoluta.
Jesús, aliviado de su angustia al oír que había un camino de salvación, prometió en el acto obedecer ciegamente las órdenes de su guía espiritual.
El jovencito estaba arrodillado a sus pies. Jonatán inclinó su gran cabeza sobre la postrada figura de el. Un tinte de color enrojecía sus mejillas, y un fuego extraño iluminaba sus ojos. Sus manos temblaban ligeramente cuando se apoyaron sobre los hombros de su penitente, pero no perdió su compostura. Indudablemente su espíritu estaba conturbado por el conflicto nacido de la necesidad de seguir adelante con el cumplimiento estricto de su deber y los tortuosos pasos con que pretendía evitar su cruel exposición.
El Santo Hombre comenzó luego un largo sermón sobre la virtud de la obediencia, y de la absoluta sumisión a las normas dictadas por los Profetas.
Jesús reiteró la seguridad de que sería muy paciente, y de que obedecería todo cuanto se le ordenara.
Entretanto resultaba evidente para mí que el Sacerdote era víctima de un espíritu controlado pero rebelde, que a veces asomaba en su persona y se apoderaba totalmente de ella, reflejándose en sus ojos centelleantes y sus apasionados y ardientes labios.
Jonatán atrajo más y más a su hermoso penitente, hasta que sus fuertes brazos descansaron sobre sus rodillas y su rostro se inclinó hacia abajo con piadosa resignación, casi sumido entre sus manos.
Y ahora, hijo mío -siguió diciendo el Santo Varón ha llegado el momento de que te revele los medios que me han sido señalados por Jehová tu Dios, como los únicos que me autorizan a absolverte de la ofensa. Hay espíritus a quienes se ha confiado el alivio de aquellas pasiones y exigencias que la mayoría de los siervos de la Iglesia tienen prohibido confesar abiertamente, pero que sin duda necesitan satisfacer.
Se encuentran estos pocos elegidos entre aquellos que ya han seguido el camino del desahogo carnal. A ellos se les confiere el solemne y sagrado deber de atenuar los deseos terrenales de nuestra comunidad, dentro del más estricto secreto.
Con voz temblorosa por la emoción, y al tiempo que sus amplias manos descendían de los hombros del muchacho hasta su cintura, el Sacerdote susurró:
Para ti, que ya probaste el supremo placer de la copulación, está indicado el recurso a este sagrado oficio. De esta manera no sólo te será borrado y perdonado el pecado cometido, sino que se te permitirá disfrutar legítimamente de esos deliciosos éxtasis. De esas insuperables sensaciones de dicha arrobadora que en todo momento encontrarás en los brazos de sus fieles servidores. Nadarás en un mar de placeres sensuales. Sin incurrir en las penalidades resultantes de los amores ilícitos. La absolución seguirá a cada uno de los abandonos de tu dulce cuerpo para recompensar a la iglesia a través de sus Sacerdotes, y serás premiado y sostenido en tu piadosa labor por las intensas y fervientes emociones que el delicioso disfrute de tu hermoso cuerpito tiene que provocar.
Yeshúa oyó la insidiosa proposición con sentimientos mezclados de sorpresa y placer.
Los poderosos y lascivos impulsos de su ardiente naturaleza despertaron en el acto ante la descripción ofrecida a su fértil imaginación. ¿Cómo dudar?
El piadoso Sacerdote acercó su complaciente cuerpo hacia el pequeño, y estampó un largo y cálido beso en sus temblorosos labios.
-Yeshúa, sentía cada vez más excitados sus instintos sexuales.
¡Es demasiado para que pueda soportarlo!
Yo quisiera... me pregunto... ¡No sé qué decir!
-Inocente y dulce niño. Es misión mía la de instruirte. En mi persona encontrarás el mejor y más apto preceptor para la realización de los ejercicios que de hoy en adelante tendrás que llevar a cabo.
Jonatán cambió de postura. En aquel momento el Niño Jesús advirtió por vez primera su ardiente mirada de sensualidad, y casi le causó temor descubrirla.
También fue en aquel instante cuando se dio cuenta de la enorme protuberancia que descollaba en la parte frontal de la túnica del Santo Varón.
El excitado Sacerdote apenas se tomaba ya el trabajo de disimular su estado y sus intenciones. Tomando al hermoso muchacho entre sus brazos lo besó larga y apasionadamente. Apretó el tierno cuerpo del niño contra su voluminosa persona, y la atrajo fuertemente para entrar en contacto cada vez más íntimo con su grácil figura.
Al cabo, consumido por la lujuria, perdió los estribos, y dejando a Jesús parcialmente en libertad, abrió el frente de su túnica y dejó expuesto a los atónitos ojos de su joven penitente y sin el menor rubor, un miembro cuyas gigantescas proporciones, erección y rigidez lo dejó completamente confundido.
Es imposible describir las sensaciones despertadas en Yeshúa por el repentino descubrimiento de aquel instrumento.
Su mirada se fijó instantáneamente en él, al tiempo que el Sacerdote, advirtiendo su asombro, pero descubriendo que en él no había mezcla alguna de alarma o de temor, lo colocó tranquilamente entre sus manos. El entablar contacto con tan tremenda cosa se apoderó de Jesús un terrible estado de excitación, tanto que su propio pene quería saltar rompiendo las costuras de su ropa.
Como quiera que hasta entonces no había visto más que el miembro de moderadas proporciones de Judas, tan notable fenómeno despertó rápidamente en el la mayor de las sensaciones lascivas, y asiendo el inmenso objeto lo mejor que pudo con sus manecitas se acercó a él embargado por un deleite sensual verdaderamente estático.
-¡Santo Dios! ¡Esto ese casi el cielo! -murmuró Yeshúa
¡Oh Señor quién hubiera creído que Iba yo a ser escogido para semejante dicha!
Esto era demasiado para Jonatán. Estaba encantado con la lujuria de su lindo penitente y por el éxito de su Infame treta...
(En efecto, él lo había planeado todo, él sabia sobre la pasión que consumía a Judas... dado que era bien sabido que más de uno quedaba extasiado ante su singular belleza, mezcla de niño hombre. Entonces les facilitó la entrevista a los jóvenes y con ella la oportunidad de que se entregasen a sus ardorosos juegos, a escondidas de todos menos de él, que se agazapó cerca del lugar de la cita para contemplar con centelleantes ojos el combate amoroso).
Levantándose rápidamente alzó el ligero cuerpo del niño despojándolo de sus prendas y colocándolo sobre el cojín en el que estuvo sentado él momentos antes levantó sus duras piernas, y separando lo más que pudo sus complacientes muslos contempló por un instante el pequeño pene blanco sus rosados testículos y hasta la deliciosa hendidura que formaban sus duras y redondas nalgas tras sus apretados testículos.
Luego, sin decir palabra, avanzó su rostro hacia el pequeño, e introduciendo su impúdica lengua tan adentro como pudo en el húmedo ano, se dio a succionar tan deliciosamente que Yeshúa, en un gran éxtasis pasional, y sacudido su joven cuerpo por espasmódicas contracciones de placer no tuvo más opción que abandonarse a las lujuriosas sensaciones. Luego continuo con sus pequeños testículos y con su delgado pene que duro se erguía contra su fuerte y chato vientre, proporcionándole un orgasmo seco ante la imposibilidad de sus testículos para elaborar semen, el pequeño ano ya se veía rojo y abultado sobresaliendo un poco hacia afuera.
Siguieron unos Instantes de calma. Jesús reposaba sobre su espalda, con los brazos extendidos a ambos lados y la cabeza caída hacia atrás, en actitud de delicioso agotamiento tras las violentas emociones provocadas por el lujurioso proceder del Sacerdote.

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